Con buen criterio, la editorial El Aleph Editores hace un recorrido recapitulatorio de artículos, publicados por Ray Loriga en El País, bajo el título de Días aún más extraños (El Aleph Editores, Barcelona, 2007), en donde vierte su buen hacer y la mirada ácida de quien sabe demostrar su talento. Reflexiones pendientes de grandes sucesos, como los atentados de Nueva York y Madrid, las dos ciudades vividas y amadas por el autor. Capitales de un mundo cada vez más aldeano si atendemos a lo dicho por Herbert Marshall McLuhan hace cuatro décadas. Situaciones que le llevan a preguntarse con insistencia qué ha sido de Dios. Un Dios hecho a la medida individual de cada uno. “No existe la fórmula universal racional o ética o religiosa en la que todos puedan estar de acuerdo y en la que todo puede apoyarse”.
Denuncias de culpas, traiciones, venganzas de una sociedad putrefacta, de un pueblo que se resiste a claudicar, pero que no puede evitar la zozobra del alma ante el terrorismo. No sólo del tiro en la nuca o el coche bomba, sino de la mirada delatora.
Estos textos están escritos con acierto, incluso contienen poesía en sus líneas dedicadas a las disquisiciones sobre literatura, cine, música… Vida, en definitiva. El existir no debe ser únicamente tierra baldía, sino que las nuevas viejas propuestas del apóstol de la música, Bob Dylan, escuchadas con fruición, hacen que se recupere el pulso y la alegría. Buen ritmo, continuo en esos artículos que no son veleidades literarias.
De pronto. En un momento, Loriga se separa de la lógica del corpus. Además de los artículos, tres de sus textos toman la forma del relato. El primero, diálogo cómplice con el amigo Rodrigo Fresán. Anécdotas poéticas ensambladas en el límite de su percepción. El segundo, cuento inconcluso, y el tercero, una historia de trivialidad. ¿Existe lo importante?
Al leerlo se percibe en sus palabras una cierta impostura. La historia de unas adolescentes ante el mundo de la emoción, del primer amor, tiene pulso narrativo, condiciones sobradas. Aquello que Joseph Joubert en Sobre arte y literatura señalaba como “facilidad natural” al escribir. Sin embargo, no se entiende que el autor se detenga, haga que los lectores se centren en pensamientos y acciones banales.
No tiene el mismo valor la observación de lo vacuo, que la observación de las pequeñas cosas de la vida desde la agudeza y la perspicacia del escribidor. Tópicos que no se resuelven con la veracidad. Gentes sin entendimiento. ¿El amor como vulgaridad?
Sorprende la decisión del autor. Y es que, quizá, no sólo los días resulten extraños, “la verdad es que semiángel o semibestia, el hombre es [también] un animal extraño”, Pío Baroja dixit.
Almudena Revilla
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Si; es un animal extraño.