Vacas Flacas, artículo sobre el feeling de una escritora novel, por Carmen Conde Gaute

Todo esto es un poco complicado. Ahora resulta que me siento patosa escribiendo. De verdad que me apetece escribir algo que merezca la pena. Cuanto más leo, de hecho, más me apetece. Pero no puedo. Me aconsejan los “entendidos” que no escriba nada en mucho tiempo, que es tiempo de silencio, pero a lo mejor es por eso que precisamente tengo más ganas que nunca de hacer algo brillante. Porque debo aprovechar el tiempo, y en todo caso eso es lo que siento.

Últimamente me obligo un poco más a conservar lo que escribo pase lo que pase. Si la gente reacciona bien, lo conservaré contenta. Que no, pues lo conservaré igualmente. Aunque cada vez que lo vea ante mí sienta cierta amargura. Porque todo hay que decirlo, para ser una simple aficionada, me tomo esto con bastante tremendismo. A quién voy a engañar. Para mí esto es muy importante. Todos tenemos nuestras ambiciones, supongo. La mía está en la escritura. Y me da rabia no ser capaz de alcanzar mis metas. Es como un fracaso. Tampoco vayamos a pensar que no tengo coco para darme cuenta de mis defectos. Lo que ocurre es que los elevo al cubo. Y eso es irremediable. No hay nadie más inconsolable que yo cuando se habla de mis relatos. Estoy en período de vacas flacas. Me molesta, porque ganas no me faltan y llegados a este punto es cuando me planteo ¿será entonces que no tengo talento? Esa pregunta para mí es muchísimo más trascendente que ese tópico tan poco reflexionado y sin embargo tantas veces mencionado de “¿quiénes somos?”. Tal vez porque en mi caso la respuesta a la segunda pregunta no resida en otra parte más que en la respuesta a la primera. Tengo talento ergo sé quién soy. Si la verdadera respuesta es que no lo tengo entonces qué es lo que estoy haciendo.

Lo mejor de todo es que los mismos que dicen que debo hacer una pausa son los mismos que afirman que sí que tengo talento. No por ello se contradicen, pero sí me contrarían. Y mucho. Incluso me producen revolución intestinal. “Por supuesto que tienes talento, pero debes encontrarte a ti misma, pulir tu estilo, ya sabes no te encasilles, pero qué haces, ¿acaso estás empleando un lenguaje coloquial en tus escritos? ¡Desechados! Ajústate al canon. ¿Se trata de una historia autobiográfica? ¿Y eso a quién le importa? Sólo quienes han alcanzado una cima en la literatura pueden permitirse esas licencias, y tú querida, no la has alcanzado. Debes transmitir sensaciones universales. Mira, lo mejor es que de momento no escribas nada y que te aclares. No veo tu estilo definido…”

         Y entonces es cuando pienso: “cállate y me estarás haciendo un favor”. O más bien, ya que mencionamos el lenguaje coloquial, lo que pienso es “vete a la mierda”. Por supuesto, se me vienen a la cabeza muchos más pensamientos como por ejemplo Henry Miller (que es arte) o como por ejemplo Marcel Duchamp (que es arte también). El primero por hacer gran literatura precisamente con un lenguaje vulgar a ratos y el segundo por convertir en obra de arte algo tan cotidiano e infravalorado como un water. Por supuesto añadiré que Miller escribía obras autobiográficas. Pero para todos estos pensamientos mi crítico tiene una respuesta “¿A quién le importa Henry Miller?” A su respuesta yo tengo otra: si alguna vez te quitases el corsé del canon descubrirías a grandes autores. Añado: no todos los buenos autores de la literatura universal han de estar muertos (aunque Miller lo esté).

Obviamente yo no tengo la calidad del americano, pero sí que hay algo que de un tiempo a esta parte no se me puede reprochar: la afirmación de un estilo. Me he propuesto no escribir sino aquello que defina mi identidad. Se trata de hacer lo que realmente me apetezca. ¿Desde cuándo he de someterme a unas normas? Entonces la literatura jamás se regeneraría. No surgiría la novedad. Entonces qué más da quién escriba, si no nos va a aportar su visión personal. Simplemente veremos de forma incansable las mismas estructuras y los mismos contenidos repetidos en cada autor (dado que la escritura es algo absolutamente automático). Por lo visto en nada influyen las vivencias personales, las circunstancias o el carácter de cada autor. No. La literatura es un arte retrógrado entonces. Entonces no es que yo esté en período de vacas flacas, es que tengo que memorizar la normativa literaria e informarme de si ha salido alguna reforma recientemente.

Pero dejémonos de tonterías. La literatura no es retrógrada. Sólo lo son las mentes de algunos críticos que asumen como una verdad indiscutible todo aquello que esté incluido en el canon, aunque eso contradiga sus gustos clásicos con nombres como Cortázar, Camus o Joyce. Aquí nos encontramos un problema. Estos autores son canónicos, sin embargo caracterizan su literatura con aquello que a mí se me critica. Ya entiendo, “es que ellos han alcanzado esa cima”. Pues no. Que entiendan los críticos. Lo que ocurre es que no tienen criterio propio y para ellos pasa a ser bueno lo que Mr. Canon les dicta. Permitidme la licencia de entristecerme por esta carencia de personalidad. Yo, por el contrario, trato de reflejar la mía en mis escritos, aunque no les interese (no dejo de pensar que a un lector medio quizá sí). A mí, como lectora, me interesa, desde luego, la aportación personal e íntima que un autor pueda hacerme con su obra. Luego ya me fijaré (si me acuerdo) en las metáforas y todo eso.

Los académicos se llevarían las manos a la cabeza si catasen este texto. Nada más y nada menos que me atrevo a insinuar que hay vida más allá del canon. Pero casi todos se atienen torpemente al programa como si no existiese más que eso. Creo que en términos filosóficos se les podría llamar positivistas. “Sólo existe lo que conozco”. Ante esta forma estúpida de concebir la literatura a los alumnos no nos queda otro remedio que dividirnos en dos grupos para el resto de nuestra vida: los ignorantes de la “otra” realidad, por un lado, y los que deciden arreglárselas por su cuenta para conocer lo que se sale del “catecismo del profesor”, por otro.

Aunque es lamentable, el segundo grupo está en serio peligro de extinción. Nadie se preocupa por conocer más de lo que le es facilitado y (si se me permite) es muy posible que la mayoría de los profesores (que a su vez fueron alumnos de otros profesores y que, mayoritariamente, pasaron a formar parte del primer grupo) ni siquiera tenga las capacidades para aportar conocimientos a sus alumnos acerca de literatura no canónica.

Posiblemente me he desviado excesivamente del tema inicial, pero sin saber cómo he dado con la clave de aquello que tenía ganas de decir desde hace mucho tiempo. Quién sabe, a lo mejor es cuestión de dejar hablar al subconsciente. En todo caso, espero que se me disculpe la digresión.

Carmen Conde Gaute

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13 comentarios en “Vacas Flacas, artículo sobre el feeling de una escritora novel, por Carmen Conde Gaute

  1. Según mi inocente y virginal parecer, hay un ciclo que inicia con una estoica libertad, escribiendo hasta sobre la hormiga que cruzó la acera, por el sólo placer de hacerlo. Después, si la víctima en cuestión continua con vida y voluntad, convierte su afición en cosa más seria, cogiendo de aquí y de allá para obtener ángulas mejor sustentados sobre lo que hace y quiere hacer en adelante. Aún siguen en pie las libertades, equilibradas con lo que se aprenda. Luego el canon se torna castillo desde los bordes de esa propia libertad. Aquí quedan muchos de los señores de las artes, encerrados en su castillo compartido o no (además la edad ayuda… jaaa…). Creo que hay muy pocos humanos veteranos en estas lides que con arrugas y canas en el rostro, tengan ganas de perseguir nuevas formas y ver más allá de lo evidente o su clasicismo. No generalizo pero alguien debería hacer un estudio al respecto.

    ¿Quién ha dicho que el silencio existe?

  2. Hay dos maneras de triunfar, trabajando mucho (lo cual no implica un auténtico talento) o creando. Es más fácil crear si no estás contaminado por las visiones ajenas, por las creaciones de los demás. Si lees filosofía tus teorías estarán impregnadas de ciertos condicionantes de algunos autores (eso si no te declaras afín a alguno ya directamente), si lees mucho a Tolkien,Márquez, o novelas históricas (aun siendo ucronías), harás unas novelas megarealistas con todo lujo de datos…lo que quiero decir es que la base de tu triunfo puede residir en un dominio magistral de un estilo o crear (o redescubrir) un estilo. Que no importe el reconocimiento público, todos sabemos que el mundo es una farsa, lo que ha de importar eres tú. ¿Cuántas personas murieron sin saber lo grandes que eran?. Claro está es agradable ganar dinero haciendo lo que desees, vivir dedicado a un sueño, ser ambicioso es bueno si te riges por raciocinio y virtud, pero si no se logra no te comas el tarro, no te obceques con semejantes tonterías. No te obsesiones con el lápiz y la libretita a cuadros tratando de describir todas esas cosas que sientes, tratando de plasmar todo lo bello que sale de tu mente ( que seguro que muchas cosas ), piensa en la escritura como una forma de liberar tu mente, y si eres ambiciosa, incluso de liberar la de los demás.

  3. El, problema claro, en todas las artes, es que hay mucho profesor o «crítico» que se empeña en fastidiarle la vida a los demás y trata de que las nuevas luces que se encienden iluminen de la misma manera que ellos. O bien tratan de vaciar de contenido al alumno, al novel, para que se convierta en alguien dócil a la industria y sea un mediocre famoso.
    Una buena reflexión Carmencita. Y con respecto a tu escritura, haz lo que debas. Yo no entiendo de ciclos de escritura, eso de ahora estoy cargando y ahora suelto y ahora escribo intimista y ahora biográfico. El creador crea, y en cuanto ser individual, tiene su propio ritmo y su propia manera de tamizar el arte.

  4. Muchas gracias, Zena! Me mueven las ganas de escribir y me cabrea que me quieran cortar las alas. Yo jamás he dicho que quiera un Premio Nobel de Literatura, pero sí que quiero poder decir lo que me apetezca y como me apetezca, sin el olor a viejo que desprende mucho de esos que sienta cátedra con sus lecturas de hace 40 años. O sin que me digan que no tengo derecho a criticar el canon. Lo hago porque por su misma culpa muchos escritores siguen exactamente el mismo modelo sin ninguna aspiración a innovar. Obviamente, la mayor parte de las obras que la litertura universal ha parido están metidas en el cajón del canon. Pero quizás muchos de esos que se atienen a él no se han detenido a pensar que son grandes obras precisamente porque suponen una revolución dentro del contexto en que han sido creadas. No comprendo por qué motivo se asustan tanto ahora cuando seles ofrecen fórmulas nuevas. Se olvidan de que a lo largo de la historia de la literatura todo movimiento ha sido una respuesta en contra del movimiento anterior. ¿Por qué ha de terminarse eso?

  5. Yo, la verdad, no tengo ni idea de que es el canon, mis conocimientos literarios no llegan hasta ahí. Tengo ligeras intuiciones de lo que es buena literatura y mi criterio fundamental es me gusta o no me gusta. De todas maneras, en la literatura como en casi todo, desde hace unos años hay un aspecto novedoso: da igual que la literatura sea buena o mala, lo importante es que se venda. El beneficio económico se ha antepuesto a cualquier otro criterio. El bombardeo publicitario sustituye a la crítica o el consejo. Un «best seller» no se hace, nace ya preparado para serlo. ¿No es sospechoso que triunfe más un mal literato yanki que un buen literato egipcio?

    Yo, lo reconozco, no leo literatura actual, jeje. Leo poca literatura últimamente, mi pasión es el ensayo. Eso si lo leo siempre, en revistas, internet o libros.

  6. Vaya! Es curioso eso del ensayo… Tal vez la mayor parte de lo que se escribe hoy en día no tenga suficiente calidad. Yo siempre he leído mayoritariamente literatura canónica (o sea, de la consagrada), porque, por otra parte, cuando vas al colegio es eso lo que te obligan a leer. Es lo que más se conoce, por tanto.
    Tal vez, cuando hablo de autores marginales, poco dados a conocer al público, también me estoy refiriendo a autores quizás muertos o que a día de hoy son muy viejos, pero hablo del siglo XX (no voy a engañarte, aún no he dicho de ningún autor del siglo XXI que sea único o irrepetible). La literatura que me apasiona no es otra que aquella que es capaz de ofrecerme algo nuevo o que me sorprende con las formas. Aquella repudiada, por lo tanto, por los teóricos, porque es literatura que se rebota a la hora de ser estudiada. Pero no dudo ni un instante al hacer esta afirmación: para mí es la mejor literatura. Quién sabe, tal vez sea una ignorante…

    Toda la razón en que interesa comercializar literatura. Esto es un mercadeo. Qué vergüenza.

  7. Pues no sé, a mi me gusta la literatura en la que el ser humano, sus sentimientos, sus sufrimientos, sus esperanzas e ilusiones son más importantes que la historia en si. Lo importante es el ser humano en esa historia. Lo poco que he leído actual pone al ser humano al servicio de una historia, y, dentro de eso, aunque parezca una contradicción, la realidad se inventa para que todo cuadre con la historia, así se crea una atmósfera irreal en donde los personajes se mueven agusto porque nunca se enfrentan a la verdad. Así me pasa que lo último que leí sistemáticamente fue el realismo del XIX, jaja. Del siglo XX también he leído gente interesante, desde luego, Delibes, Camus y otros; actuales, a caballo entre los dos siglos me gustaron Baricco, Tabucci…
    El sumun de lo que odio es, claro, El código Davinci, en la que se agrupan una serie de mentiras nada creíbles y que vende a base de publicidad, y la sentimentalidad de los personajes sobra. Lo del canon debe ser que resulta intretenida para mucha gente.

  8. Bueno, en realidad no vamos tan desencaminados en cuanto a gustos e ideas en este aspecto. Aunque tendremos que hablar de esto más por extenso. Ay, Zena, que estamos acumulando un montón de conversaciones…

    P.S.: Dan Brown debería dedicarse a la ebanistería y no a escribir. Le haría un favor a la humanidad.

  9. Dan Brown es el típico cretino que se ríe en la cara de todos los que le han hecho rico. Es un experto en manipulación. Sabe (o él o su agente) que meterse con la Iglesia Católica vende. Y explica sus mentiras de la misma manera que otros lo hacen: es verdad, pero la Iglesia no quiere que se sepa. Que la iglesia oculte es lo que hace que sea verdad. Muy científico, vaya, jaja.

    Y concentrmos esfuerzos, jaja, alimentemos solo nuestros post y así el director estará contento con nosotros, jajaja.
    ¿Has leído a Vila-Matas? Es que le endiosan en otro post y no sé, como tiendo a odiar a todo aquel al que endiosan…

  10. No lo he leído, pero ya tengo curiosidad. A ver qué ofrece. Por lo de pronto sí que puedo decirte que no me creo que haya ningún astro literario en España a día de hoy que no sea muy muy viejito, ni que la genialidad se pegue. Ya que nos ponemos, tampoco me creo que sea un genio. Puede ser un buen escritor, pero un genio implica muchos más factores.
    Eva hizo una reseña magnífica que invita a la lectura (al menos a mí). Pero de ahí a endiosarlo… No sé. debería leer algo suyo para hablar con «conocimiento de causa».

    Y tranqui, que el dire está muy contento y por lo que sé, alucina con los diálogos que nos traemos. Pa’ que vea. Cómo nos lo curramos, Zena, cómo nos lo curramos, jajajaja.

  11. ¿Qué tal, Carmen?

    Como me dijiste en cierta ocasión: sigue haciendo lo que te gusta, que es escribir, independientemente de todo… de todo! No te dejes guiar por lo que otros hayan escrito, opinado o aconsejado. Yo me lo aplico a mí misma, y después de leer un comentario en mi blog de Waldo Art, me siento con capacidad y ganas de escribir cualquier cosa.

    Espero tus noticias sobre el relato para tu revista (sean favorables o no), y mientras tanto sigo escribiendo en el blog para que cada vez más gente pueda leerme.

    Todos estáis invitados. Espero vuestros comentarios (aunque luego hagamos lo que nosotras queramos, eh Carmen?).

    Un beso.

  12. ¡Muchas gracias, Marga!
    El equipo editorial de la revista todavía no ha decidido nada, así que aún no puedo darte noticias.
    Pero no te preocupes, de momento te adelanto que, como persona, me pareces encantadora.
    Un abrazo.

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